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Programa de análisis de las opiniones del colectivo y su eventual difusión pública

Los ingenieros de minas, en tanto que profesionales cualificados que ocupan muy variados sectores de la actividad empresarial y de las administraciones públicas, tienen opiniones y experiencias relevantes para mejorar la sociedad. Y tienen el derecho y la obligación moral de comunicarlas, de participar en los foros de opinión, de hacer contrastar esas ideas y propuestas con el resto de los agentes y componentes sociales.

Desde el Colegio de Centro, hasta ahora, esa intervención pública ha sido escasa, errática y canalizada de forma prácticamente exclusiva por la vía de su decano. Pero no se trata exclusivamente de mostrar interés en salir en las fotos, sino de proporcionar opiniones fundamentadas que sirvan de referencia para mejorar el aprecio profesional de los ingenieros de minas y, desde luego, de conseguir que esas ideas, cuando sean expresadas, sean entendidas -si se ahcen desde los órganos colegiales- como opiniones del colectivo y no ideas individuales, más o menos improvisadas.

De las opiniones que llevamos recogidas para refuerzo de nuestra candidatura, han surgido algunas directrices que aparecen como muy prometedoras:

a) La revisión del concepto de Consejo Asesor del Colegio, convirtiéndolo, de verdad, en un elemento que ayude a definir las líneas maestras de actuación que redunden potencialmente en la mejora del colectivo. Esto obligará a reunirse, de forma reglada, cuatro veces al año -al menos- y plantear en él las cuestiones centrales que preocupan a la profesión. No se debe tratar únicamente de incorporar a él a los colegiados senior, sino también, escuchar la voz de los colegiados más jóvenes. De ese contraste de pareceres es de donde han de surgir las líneas maestras para el medio plazo.

b) La importancia de tener una presencia en todos los foros en donde se debatan, de manera seria y constructiva, las cuestiones sobre el futuro de la ingeniería. Como es bien sabido, nuestro modelo actual de "ingeniería superior" se basa en el esquema francés -ingenierías de ciclo largo- en tanto que las directrices de Bolonia han implementado el esquema inglés, con bajo nivel inicial y progresivas incorporaciones de enseñanzas y créditos. Muy importantes consecuencias ha de tener este cambio para todos los órdenes profesionales, y el debate ha de ser completo y consistente. Afecta al prestigio de los ingenieros en la función pública, a la proyección internacional, a la cualificación profesional, al empleo y su calidad, en definitiva.

No podemos quedarnos cruzados de brazos, a verlas venir. Es urgente salir a palestra, defendiendo, con contundencia, el modelo de ingeniería de minas que estimamos más conveniente para la sociedad, y por qué. La formación complementaria del actual ingeniero de minas -en temas como economía y derecho-, así como la revisión de aquellos aspectos formativos que hayan quedado obsoletos o exijan un acomodo al nuevo mercado laboral y técnico, son cuestiones que deben ser tratadas por todos, con la información por delante.

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